17 de diciembre de 1841
01. ¡Oh Abba Emanuel! Con la más profunda humildad te suplico, Tú que refrescas a todos los que están cansados y agobiados que vienen a Ti, mira con mucha misericordia el corazón abatido de mi hermana Cecilia, cuyas esperanzas en el mundo están todas destruidas y que no tiene la fuerza para traer su corazón desconcertado a Ti, oh Santo Padre, en Quien solo se puede encontrar consuelo y paz y una vida nueva y verdadera!
02. En la gran oscuridad de su corazón, ella no tiene idea y apenas puede creer que las puertas del cielo están abiertas de par en par en este gran tiempo de Gracia y que Tú, oh amantísimo, santo Padre, estás extendiendo la mano hacia todos Tus hijos perdidos, perdonando y bendiciendo.
03. Oh, envía Tu Luz y Tu Verdad a su corazón que parece cansado y hastiado de la vida terrenal. ¡Muéstrale, ya que ella lo desea, la enfermedad de su alma y su cuerpo débil! ¡Dale misericordiosamente, Tú, divino Salvador, sólo unas pocas palabras fortalecedoras y revitalizantes de Tu corazón de Padre rebosante de compasión y misericordia!
04. ¡Un animalito de infusión de las profundidades del lodo te lo pide con el alma contrita! ¡Tu santísima voluntad sea hecha en y sobre esta hermana que profesa en una Iglesia Reformada! Amén.
05. ¡Pero Tú, oh santísimo Señor y Padre, eres el verdadero y único reformador, redentor y portador de nuevo! ¡Todo gracias solo a Ti, todo elogio y todo amor! ¡Porque Tú eres bondadoso, oh Señor, y Tu bondad es para siempre! Amén.
La respuesta del Padre a Cecilia
Dice el Señor:
06. Cualquiera que vuelva sus ojos a lo que sea que el mundo haga, tarde o temprano se dará cuenta de qué forma y cómo el mundo recompensa a sus admiradores, aspirantes y trabajadores.
07. ¿Qué es el mundo? - ¡Nada más que la muerte del cuerpo. El cuerpo es como una tumba, en la que no hay muchas cosas raras que encontrar, con excepción de moho apestoso, suciedad más repugnante y huesos en descomposición y, además de todo eso, una legión de gusanos devoradores! – ¡Mira, estos son los “tesoros del mundo”! - Por horribles que sean, los hombres siguen buscándolos con tanta vehemencia apasionada, sobre todo en este tiempo. Si Yo, debido a Mi Amor Paternal, trato de impedir que tales hombres sigan al mundo, por supuesto sin dañar su libertad, entonces ellos entran en una especie de desesperación, y a veces con pensamientos suicidas, si no les permito inmediatamente arrojarse a la tumba de la muerte eterna!
08. ¡Mira, así es el mundo ahora! ¡Y entonces la gente en él es indescriptiblemente tonta y a menudo verdaderamente malvada! Y también os digo que en la actualidad apenas hay un hombre la mitad de justo entre cien personas y apenas uno completamente justo entre mil. Porque el mundo los ha vuelto completamente ciegos más o menos a todos, aunque a menudo es más que menos.
09. ¡Mira la vergonzosa moda de vestir! Os digo que es un cruel gusano de muerte, que empieza a devorar corazones aún en vida. ¡Sobre ella yace una de Mis mayores maldiciones! Porque es el "maquillaje de la muerte" a través del cual miles y millones ya han sido despojados de la vida eterna.
10. ¡Mira también el baile maldito! ¡Este es una de esas oportunidades con la cual el hombre puede llegar a la tumba a todo vapor, tanto física como espiritualmente con una velocidad verdaderamente enorme! El bailarín y la bailarina lleva la muerte bajo los brazos. Entonces, ¿qué debo hacer con ellos? ¡Los dejo ir, porque ya tienen su salario, que tanto trabajaron para conseguir!
11. ¡Y además mira la usura, la envidia, la avaricia! – Estos tres son el “alma” de las larvas humanas (¡el nombre humano es demasiado sublime para tales servidores muertos de la muerte!). Sí, ya ni siquiera se les puede llamar "pecadores". Porque el pecador a veces se arrepiente, ya veces al menos tiene el deseo de hacer algo mejor. Pero esta trinidad de un alma mundana, que solo determina el valor de cada ser humano de acuerdo con el dinero eternamente maldito, no se arrepiente. ¡Dónde está el hombre rico que quiera arrepentirse de ser rico! Si alguien ya tiene tanto que, si quiere gastar cinco mil florines al año, podría durar cien años o más solo desde la capital, entonces siempre quiere volverse más y más rico. Y si tiene que dar cien florines a un pobre, ¡cuán de mala gana lo hará! – Cuán pocos entre los ricos hay que son ricos con un corazón alegre por sus hermanos y hermanas pobres. – Yo ciertamente sé esto mejor que todos. ¡Os digo, si queréis contarlos con los dedos, aún os deben quedar algunos dedos para esta ciudad, donde hay más de quinientos ricos!
12. ¡Mirad la infidelidad de los hombres que sólo se aman a sí mismos! ¿Piensas que alguno de los que se te declararon te amó a ti por ti misma? – Oh, créeme, cada uno de ellos se amaba sólo a sí mismo en ti! – Pero como los malos ojos de los que se te declararon se veían disminuidos en cierto aspecto en tu pecho de mejor condición, ellos se sentían incómodos porque su amor egoísta sufría, tanto como sus sensualidades carnales. ¡Mirad, por eso te han sido infieles!
13. ¡¿Cómo puedes llorar ahora en tu corazón si fui Yo quien cuidadosamente te preservé y te liberé de aquellos que no son leales a nadie más que a sí mismos?! Pero Yo te digo: ¡Alégrate más bien en vez de llorar! ¡Y créeme que te recuperarás doblemente en tu pecho alegre a través de la alegría en Mí y entonces no Me será difícil recompensar tu corazón entregado a Mí con un hombre que será un ángel del cielo para ti para siempre!
14. Cree en lo que te digo ahora: ¡Estoy más cerca de ti de lo que jamás podrías soñar! - Por tanto, si Me buscas con el amor de tu corazón, amor que has derrochado en cosas sin valor y aún sigues derrochando, ¡verdaderamente, hace mucho tiempo que Me hubieras encontrado por completo!
15. ¡Mira, la enfermedad de tu cuerpo soy Yo Mismo! Sí, Yo mismo estoy enfermo en ti; ¡sí, enfermo de Amor estoy en ti! ¡Y es por eso que tú misma eres débil y enfermiza! ¡Pero ahora retira todo tu amor hacia el mundo y redirígelo hacia Mí exclusivamente, y así pronto Yo estaré sano y fuerte en ti, y tú entonces Conmigo y en Mí!
16. ¡Crees que estás mal de los pulmones! - Oh no, no es cierto - ¡sino es tu corazón el que está mal! ¡Porque no eres de abajo, sino de arriba! ¡Es por eso que la felicidad del mundo no está de tu lado!
17. ¡Cuando tu corazón esté sano, también estarás físicamente saludable de principio a fin! ¡Porque tal enfermedad es sólo tu prueba!
18. Pero el mundo tal como es ahora y como os lo mostré inicialmente, no ofrecerá ningún bálsamo curativo para tu corazón, que está doblemente enfermo, ¡sino Yo solo, si te volvéis a Mí! Porque sólo en Mí encontrarás el descanso más pleno, más libre y más alegre y en ningún otro lugar, ni siquiera estando vestida como una Hermana de la Misericordia privilegiada y tampoco en lentre los muros de las frías iglesias, ¡sino a solas Conmigo, a través de la confianza y del amor siempre creciente hacia Mí!
19. Mira, Mi siervo estuvo enfermo antes, así como tú. ¡Pero ahora, desde que Me encontró, está sano, alegre y libre!
20. ¡Pero también puedes curarte si quieres volverte a Mí! ¡Mira, Yo, tu eterno y santo Padre, no te desampararé! ¡Pero debes venir a Mí en tu corazón!
21. ¡Y cuando vengas a Mí, serás adornada con gran esplendor! Porque miro sólo a la confesión del corazón; ¡todo lo demás Me da igual!
22. ¡Ven, pues, a Mí, tu Padre, a tu Jesús! Amén.
Fuente: Dádivas del Cielo, tomo2, recibido por Jakob Lorber el 17 de diciembre de 1841.